– El pez se menciona varias veces en los Evangelios y se destaca en el episodio milagroso de la multiplicación de los cinco panes y de los dos peces que fueron capaces de alimentar a una multitud de personas.
– Además, varios de los doce apóstoles tenían la pesca como oficio, a quienes Jesús solía llamar «pescadores de hombres», haciendo alusión a nuestra misión, de salvar almas por medio del evangelio (Mt 4:19).
– Jesús, que también habría de tener a los peces en sujeción, demostró en dos ocasiones su poder al llenar de peces milagrosamente las redes de sus apóstoles. (Sl 8:4-8; Heb 2:5-9; Lc 5:4-7; Jn 21:6).
– También demostró su dominio cuando, en respuesta a la cuestión del pago del impuesto del templo, dijo a Pedro:
“Ve al mar, echa el anzuelo, y toma el primer pez que suba y, al abrirle la boca, hallarás una moneda de estater. Toma esa y dásela a ellos por mí y por ti”.
(Mt 17:24-27).
– Algunas veces en las Escrituras se compara a los hombres con peces.
“…como los peces que son presos en la mala red, y como las aves que se enredan en lazo, así son enlazados los hijos de los hombres en el tiempo malo…” (Ec 9:12).
– Jesús hizo a sus seguidores pescadores de hombres, y comparó a las personas justas con peces excelentes, y a los inicuos, con peces inservibles que son desechados.
“Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red que, echada al mar, recoge toda clase de peces. Cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan y recogen lo bueno en cestas y echan fuera lo malo.” (Mt 13:47-50)
Bendiciones por su interés de edificar al cuerpo de Cristo.